Los presidentes canosos pueden parecer que envejecen drásticamente durante su mandato, pero podría ser sólo superficial.
Ser presidente es un trabajo exigente, sobre todo en tiempos como los actuales, y es plausible que el estrés de hacer malabarismos con la política, la economía y el ejército pueda, literalmente, restar años de vida a una persona.
El doctor Michael Rozien, médico de la Clínica Cleveland de Ohio, sugirió que los presidentes envejecen el doble de rápido de lo normal mientras están en el cargo.
Pero el sociólogo Jay Olshanksy, doctor y profesor de salud pública en la Universidad de Illinois (Chicago), no se lo cree.
La riqueza, el acceso a la sanidad y la educación están estrechamente relacionados con una mayor longevidad, y los presidentes disponen de estos tres recursos en abundancia, afirma. En todo caso, los presidentes deberían envejecer más despacio que la media de la población.
Para poner a prueba su corazonada, Olshanksy recopiló las fechas de nacimiento, defunción y toma de posesión de todos los presidentes estadounidenses fallecidos por causas naturales y de los presidentes vivos. A continuación, basándose en el tiempo que llevaban en el cargo, calculó su esperanza de vida según la teoría del «envejecimiento acelerado» de Rozien.
La mayoría de los presidentes, es decir, dos tercios, vivieron o viven más de lo previsto. descubrió Olshansky. También superaron la esperanza de vida media de los hombres de su edad.
«Los ocho primeros presidentes vivieron una media de 79,8 años en una época en la que la esperanza de vida de los hombres era inferior a 40 años», explica Olshanksy.
Sus conclusiones se publicaron en la revista Journal of the American Medical Association.
«Parece que la mayoría de los presidentes viven vidas excepcionalmente largas», afirma Olshanksy.
La respuesta obvia a lo que parece el rápido envejecimiento físico de los presidentes en ejercicio puede ser simplemente que son más viejos cuando dejan la Casa Blanca que cuando entran. Además, asumen el cargo a mediados de los 50, una etapa de la vida en la que los signos externos del envejecimiento tienden a ser más pronunciados en los hombres.
Además, Olshanksy sospecha que los altos niveles de estrés pueden contribuir al envejecimiento superficial, aunque no acorten la esperanza de vida.
«Existe abundante bibliografía que sugiere que el estrés puede acelerar el encanecimiento del cabello», afirma. «No hay duda de que el estrés tiene un efecto poderoso, pero al menos en lo que respecta a los presidentes, no parece que haga que mueran antes».
Olshanksy planea estudiar a personas con otros trabajos muy estresantes, como directores generales de compañías de seguros, para comprobar si el estrés influye realmente en su aspecto.
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