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Las «siestas energéticas» podrían aumentar la actividad del hemisferio derecho del cerebro

A todos nos ha pasado: Después de luchar durante horas con un problema, descansamos los ojos unos minutos y, de repente, tenemos la respuesta ante nosotros, tan clara como el agua.

Este fenómeno común ha contribuido a la idea de la llamada siesta energética, un rápido descanso que no llega a ser un sueño profundo pero que, de alguna manera, consigue refrescarnos y estimularnos. Aunque hay muchas cosas de la siesta reparadora que siguen siendo un misterio, los investigadores han empezado a descubrir los procesos cerebrales que se esconden tras los pequeños milagros que produce.

Las últimas investigaciones, presentadas hoy en una reunión anual de neurocientíficos, pueden ayudar a explicar la chispa mental que a veces se produce durante una siesta. Los investigadores que monitorizaron la actividad cerebral de 15 personas en reposo descubrieron que el lado derecho de su cerebro -el hemisferio más asociado a la creatividad- se dispersaba afanosamente entre sí y con el hemisferio izquierdo, que permanecía relativamente tranquilo.

«El lado derecho del cerebro estaba mejor integrado», afirma el Doctor Andrei Medvedev, autor del estudio y profesor adjunto del Centro de Imágenes Funcionales y Moleculares de la Universidad de Georgetown, en Washington D.C.

Medvedev esperaba que el lado izquierdo del cerebro estuviera mejor integrado, ya que ese hemisferio tiende a ser dominante en los diestros (y viceversa en los zurdos). Todos menos dos de los participantes en el estudio -y el 95% de la población general- son diestros.

La división del trabajo entre los lados derecho e izquierdo del cerebro no está tan clara como se pensaba. En general, sin embargo, el hemisferio derecho se asocia con tareas creativas, como la visualización y el pensamiento global, mientras que el izquierdo es más analítico y se especializa en el procesamiento de números y lenguaje.

Aún no está claro cómo, o si, los resultados del nuevo estudio encajan en este marco. Pero Medvedev especula con la posibilidad de que el hemisferio derecho realice importantes tareas de «limpieza» durante la siesta. La más importante probablemente sea la consolidación de los recuerdos, aunque es probable que también intervengan otras tareas, afirma.

Según el Dr. Suresh Kotagal, profesor de neurología de la Clínica Mayo de Rochester (Minnesota), esta hipótesis concuerda con los conocimientos actuales sobre el papel esencial que desempeña el sueño en la formación de la memoria.

«Estamos expuestos a ciertos fragmentos de información, pero si llegamos a consultarlos con la almohada, el sueño parece facilitar la transferencia de información del banco de memoria a corto plazo al banco de memoria más permanente», afirma Kotagal, que no participó en el estudio.

El doctor Jonathan Friedman, director del Texas Brain and Spine Institute, en Bryan, afirma que los nuevos hallazgos llegan en un momento de creciente interés por la neurociencia del sueño.

«La evidencia científica emergente sugiere que las siestas -incluso las muy cortas- mejoran significativamente la función cognitiva», dice Friedman. «Una mayor comprensión de cómo el sueño mejora la función cerebral puede permitirnos algún día aprovechar este efecto, y el estudio actual puede abrir una de las muchas puertas en este sentido.»

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